miércoles, 29 de enero de 2025

1124. COSAS DE VIEJO: DE LA ENVIDIA Y EL DESAFÍO


Aunque se bien que vivimos tiempos de cambio, tengo que reconocerlo, salvo algunas rabietas por hechos puntuales, nunca, hasta  hoy, había sentido fuertes emociones y, menos aún, profunda envidia.

Sí, hoy siento envidia, y no la que es tristeza o pesar del bien ajeno, sino la otra, la que produce una muy fuerte emulación, deseo de algo que no poseo.

El escuchar las palabras, ¡sin templanza!, ver los hechos, ¡bárbaros!, y comprender las intenciones, ¡despiadadas!, de los nuevos líderes norteamericanos, me ha sacudido el alma: hay, ha vuelto a haber, en el mundo líderes que están decididos a conseguir un sueño.

Y no es un sueño de viejos rencorosos, de gente que anhela reescribir o volver al pasado, es el sueño de jóvenes ambiciosos que pretenden el poder, para su país, para ellos, en un orden nuevo.

Y, lo mejor, hay en el mundo otros líderes y otro pueblo, los chinos, que también creen en el futuro y tienen, con ninguna piedad, el mismo sueño.

Estamos ante una batalla apasionante en la que todo vale, en la que los contendientes van a luchar, ya están luchando, empeñando sus almas, hasta que se imponga uno de ellos.

Mientras tanto, nosotros, los hispanos y los europeos, asombrados, tímidos, desunidos y quejumbrosos, con la ilusión de perder solo un poco de lo que ahora tenemos, miramos, implorando piedad, a chinos y norteamericanos, con la triste esperanza de que en la batalla se maten entre ellos.

Y sí, me muero de envidia, y también tengo mi propio sueño: no quedarnos quietos, aunque sea con guerrillas, al menos  participar y sacar algo en la batalla  

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