En estos días, ante el desconcierto que han
causado en los
europeos, en los españoles y, también, aunque algo menos, en los hispanos de
América, las palabras y, más aún, las acciones del señor Trump, el actual
presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, he dado profundas gracias a
Dios o al destino, por haberme regalado la inmensa fortuna de sentir, pensar y
vivir en español, esta lengua maravillosa que a lo largo de los siglos ha sabido
incorporar, en expresiones claras, las muy
diversas experiencias vitales de los millones de personas que la hemos tenido o
la tenemos como nuestra.
Y sí, en español, con una sola frase podemos explicar lo que nos ha
pasado, lo que nos está pasando: nos hemos
caído del guindo.
Hasta hace unos días, y desde
hace bastantes años, la mayor parte de los europeos, los españoles de
España y menos los de las otras Españas, creíamos que los norteamericanos eran nuestros amigos, sus
amigos nuestros amigos y sus enemigos nuestros enemigos. Vamos, que eran casi
nuestros hermanos; ¡tontos de nosotros!, sin darnos cuenta, nos habían subido
al guindo.
En la segunda mitad del Siglo
XX, a base de buenas palabras y algunos caramelos, los anglos, ¡los
norteamericanos son anglos!, nos hicieron olvidar su tradicional latrocinio,
por ejemplo, todavía, ¡han pasado 250 años!, no han pagado a los mexicanos los
más de 1650 millones de dólares en pesos de plata que, por orden de Carlos III,
salieron de las arcas de Nueva España para financiar su independencia; arrebataron
a México todo el norte de su territorio y a Colombia lo que es hoy Panamá; mataron,
quitaron sus tierras y encerraron en reservas a los apaches, y a todos los indios que por
siglos antes fueron hispanos, hundieron barcos
españoles y quitaron Cuba, Puerto Rico, Filipinas y las islas del Pacífico a
España; corrompieron, derribaron gobiernos, cultivaron dictadores y saquearon minas
y haciendas en toda América, y lo
hicieron afirmando que América era
para ellos, para los únicos americanos.
Y, ahora, cuando, llevamos casi
un siglo subidos al guindo, de repente, encabezados por su presidente, se
preparan para hacernos, ya lo están haciendo, lo que siempre nos han hecho, nos
encontramos en el suelo, sorprendidos, magullados y doloridos, pero al menos,
¡espero!, aprendidos y, agradecidos porque, al fin, luego de muchos años, nos hemos
caído del guindo.
1 comentario:
Muy interesante la visión de Estados Unidos desde el punto de vista hispano. Ayudaron a los europeos a salir de las catástrofes de las dos guerras mundiales en las que no participamos, pero concretamente a nuestro mundo hispanohablante, poco.
Ahora la duda es si esta vieja y un tanto desnortada Europa, podrá pasarse sin su ayuda. Europa ha mirado en exceso su ombligo y ha olvidado sus raíces y esencias que hicieron de ella algo único.
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