La ruptura del
vínculo entre los Estados Unidos de Norteamérica y Europa, creado en los
comienzos del siglo XX y mantenido hasta ahora, me recuerda muchas de las expresiones
que he escuchado repetidas veces de quienes han sufrido el fin de su matrimonio,
sus familias y allegados:
- Tengo que
dejarle, quiero vivir mí vida
- Ya no es lo
que era, se ha vuelto insoportable
- Es que lo gasta
todo, es insaciable
- No lo puedo
entender, después de tantos años, me ha abandonado
- Soy idiota, le
perdoné una vez y mira cómo me paga
- Le va a dejar
en la ruina
- Él es un golfo,
pero mira que ella…
- Y, lo peor, ¡con
su enemiga!
- Es que es tan
guapa la muy bruja…
- Menos mal que
no tenían hijos
- Los hijos son
mayores
- Estaba visto,
es una abusona
- Pobre, ¿qué va
a hacer ella ahora?
- ¡Se lo haré
pagar!, no se va a ir de rositas
- Se ha ido con
él solo por dinero
- Tienes que
buscar un buen abogado e ir a por todas
- Te lo he dicho
muchas veces, es una mala persona
- Después de
todo es lo mejor, pronto encontrarás un nuevo amor.
Evidentemente,
cada una de estas frases, además de constatar hechos, encierra un cúmulo de sentimientos
que hace muy difícil recomponer la relación y, lo que acaso es peor, encontrar caminos
para que la ruptura no cause mayores males a ninguno de los dos.
Por ello, tengo
la sensación de que ella, la insaciable, quejica, la Vieja Europa, su belleza
ajada y desconcertada, todavía cree que el nuevo amor por Rusia de los Estados
Unidos de Norteamérica es solo una aventura pasajera y, con sus mañas de vieja
sabia recuperará al marido o, a menos, si persiste en su locura, lo dejará malherido.
Simultáneamente,
los Estados Unidos, una vez ha dado el paso de anunciar el divorcio, se siente
joven, es libre y quiere seguir siéndolo, Europa es un lastre, le importa un
pepino, ya no la quiere, y ¡ahorrando mucho dinero!, va a disfrutar el placer de
vivir junto a la joven, exótica, fuerte, bella, inquietante y
misteriosa Rusia.
Y mucho me
temo que, por aquello de los sentimientos, una, Europa, con poco dinero,
agraviada en desamor, y el otro, Estados Unidos, sumido en el ahorro y la pasión,
van a tener un divorcio atroz.
1 comentario:
Un divorcio atroz, no deseado e inconveniente. Creo que en este caso, las cosas volverán o deberían volver a su cauce, Europa sin el paraguas de Estados Unidos puede quedar bastante a la intemperie. Y lo peor, es que no me parece muy consciente de su desvalimiento: lleva tiempo entregándose a la despreocupación, a su ombligo, a no querer saber cuales son sus enemigos . Europa está indefensa pero por propia voluntad: se ha olvidado de sus raíces, de su razón de ser. Olvidarse de quien eres es tan peligroso como no contar con un suficiente sistema de defensa. Es como el enfermo que no es consciente de su gravedad.
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