viernes, 25 de marzo de 2011

376. MUCHAS MALAS Y BUENAS NOTICIAS



Anoche mientras esperaba la llegada del sueño, pensé durante un rato, casi con angustia, en lo malas que son en estos días las cosas que están pasando en el mundo y, al mismo tiempo, en cómo  la vida sigue casi igual, como siempre, para la mayor parte de las personas que habitamos el mundo.

Esta mañana he leído periódicos digitales de España, de América y de Asia y he comprobado, una vez más, que las cosas están realmente mal: La crisis que ha dejado sin gobierno y a punto de rescate a Portugal; la guerra que avanza, porque estamos en guerra, en Libia; el atentado en Jerusalén y las represalias judías; los problemas sociales y políticos en Yemen y Siria; los cambios que vienen en Marruecos; los excesos del primer ministro italiano; la situación de los presos de conciencia en Cuba; las tontunas que dice el hombre indio venezolano; la ebullición de las cajas de ahorros españolas; los daños en el reactor de Fukushima y el peligro de otro gran terremoto en Japón.

He leído además que Evo Morales  irá a los tribunales internacionales para que Chile ceda a Bolivia una salida al Océano Pacífico; que Ángela Merkel está un poco enfadada con el Sr. Rodríguez Zapatero porque éste no cumple lo prometido; que Sortu, el partido de ETA, aún puede estar en las elecciones de primavera; que un terremoto en Birmania ha dejado  cincuenta muertos.

También he leído noticias  sobre atascos en las entradas de no pocas ciudades del mundo y muchas referencias a la subida del precio de los alimentos.

Sí, he leído todo eso y bastantes más cosas, todas malas, mezcladas unas con otras y sin jerarquizar para nada.

Durante un rato me ha entrado el susto y sobrecogido, me he dicho: ¡Qué mal está el mundo! ¡Esto es un desastre! ¿A dónde vamos a parar?

Luego, como casi siempre, me he dicho que sí, que estamos en una mala época, que las cosas son difíciles y que todo lo que ocurre en el mundo nos está afectando, pero que,  como siempre, desde que el mundo es mundo, la vida sigue, lo cotidiano no cambia, que para las personas es mucho más importante la enfermedad del hijo, la boda de la hija, el amor del marido o de la mujer, el trabajo y la comida  de cada día o el bienestar de la familia,  que todo lo demás.
Y, como siempre también, me he repuesto del susto de las malas noticias y me he alegrado con las muy buenas noticias que hoy, a pesar de todo, como todos los días nos ha traído la vida: Tenemos sol, tenemos calor y tenemos  frío, y para millones de personas, en todo el mundo, sigue existiendo la ilusión,  sigue existiendo el amor, sigue habiendo la esperanza y podemos celebrar el éxito de que exista la  vida.

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