viernes, 5 de marzo de 2021

935. DE LA NUEVA NORMALIDAD 79

 

¡LOS DISGUSTOS QUE DAN LOS ABUELOS!

 

Día tras día los medios de comunicación, con el impulso de las “fuerzas progresistas”, relatan, con pelos y señales, las trapacerías, ciertas o no, de Don Juan Carlos I, uno de los mejores, acaso el mejor, de entre los reyes Borbones, casi todos malos, que, desde Felipe V, hemos tenido los españoles.

Y, lo tengo que reconocer, al igual que a la mayoría de mis compatriotas y seguro también a su familia, incluido el rey Felipe VI, me disgusta y enfada que sus casi cuarenta años de magnífico reinado queden empañados por las acciones, poco honestas y de imposible justificación, cometidas por Don Juan Carlos después de cumplir 77 años.

Pero, todos los españoles que tenemos años sabemos bien que las personas, cuando envejecen, se deterioran y cambian, unas para bien y otras para mal. Y, no solo eso, también todos conocemos, porque lo hemos vivido, el drama que es para los hijos y para toda la familia el que un buen padre o una buena madre, en muy pocos años, se hayan convertido, en auténticos monstruos que manipulan, mienten y torturan precisamente a quienes más los quieren y a quienes ellos más han querido en el pasado.

Además,  todos sabemos los disgustos que nos dan y  lo difícil que es, imposible en muchos los casos, controlar a ese “al monstruo”, al que a pesar de todo seguimos queriendo, en que se ha convertido nuestro buen padre o nuestra santa  madre.

Y, aunque es muy duro, a veces, en la familia y en el entorno próximo, tenemos la suerte de que todos nos damos cuenta de que nuestro padre, nuestra madre o nuestro amigo, se ha convertido en “un monstruo” y, evitamos, para sufrir un poquito menos, hacerlos caso, no nos dejarnos manipular y hasta conseguimos que el drama permanezca dentro de la familia.

Pero, ¡es tremendo!, en ocasiones, “el monstruo”, mientras hace maldades, consigue ocultar a las personas con las que no convive su condición de deterioro mental, su capacidad para engañar y hacer el mal. Y esta situación es acaso la más terrible: sabemos que nuestro padre, nuestra madre, ha contraído una enfermedad de deterioro mental, nos hace la vida imposible, lo seguimos queriendo y, para colmo, sufrimos como al ver como “la gente”, olvidando que fue una persona buena, lo maldicen hasta desear su muerte, mientras esa misma gente culpa a la familia de las barbaridades de su padre, madre o abuelo.

Y, volviendo a nuestro rey Don Juan Carlos I, estoy convencido de que ha sido un muy  buen rey, pero también estoy convencido de que ya no es la misma persona y es muy cruel mantenerlo, físicamente destrozado  y, seguro , senil,  lejos de la familia, acusado de todo mal en los periódicos y perdiendo el afecto de los españoles,   en lugar  traerlo al lado de los suyos, para que,  bien cuidado,  solo pueda dar disgustos, porque eso ya no se puede evitar, a su familia y no a todos españoles.

 

Nota

Debo añadir, para que también quede claro, que nuestro padre, nuestra madre, “nuestro monstruo”, no puede entender cuánto hace sufrir a los suyos y sufre él mismo porque se siente, además de incomprendido, injustamente maltratado y perseguido. 


 

1 comentario:

Juan F. San Andrés dijo...

A mi me entristece la falta de corazon y de reconocimiento de los españoles hacia quienes han hecho mucho por ellos, a pesar de sus grandes errores. Enhorabuena!