lunes, 15 de marzo de 2021

940. LA NUEVA NORMALIDAD 84

 

DE LA OBLIGACIÓN (OLVIDADA) DE RENDIR CUENTAS

 

Para comenzar, tres premisas:

  • Acaso la mayor fortaleza de la especie humana, y una de las que ha permitido su supervivencia, crecimiento y actual dominio (relativo) del planeta, es su capacidad para vivir y cooperar en grupo.
  • El grupo se mantiene unido si existen reglas de convivencia asumidas por todos sus miembros.
  • Si uno o varios miembros del grupo quebrantasen las reglas, han de ser sancionados porque si no lo fueran, las reglas serían inútiles y el grupo perdería la unidad, entraría en crisis y podría llegar a desaparecer.

Y, sobre la necesidad e importancia de la justicia, la Biblia (elemento fundamental de la cultura occidental), el refranero español (síntesis de nuestra cultura popular), e Internet (enciclopedia universal), para recuerdo de todos, como muestra, algunos textos: 

En el Nuevo Testamento, leemos:

  •  “…el cual pagara a cada uno conforme a sus obras: a los que por la perseverancia en hacer el bien buscan gloria, honor e inmortalidad: vida eterna; pero a los que son ambiciosos y no obedecen a la verdad…” (Romanos 2:6-10)
  • Y yo os digo que de toda palabra vana que hablen los hombres, darán cuenta de ella en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12:36-37)
  • …A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno…y luego se fue lejos…Después de mucho tiempo vino el señor y arregló cuentas… Y le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre lo poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; … Y al siervo inútil echadle a las tinieblas...” Mateo 25:14-30Principio del formulario

 El refranero nos recuerda que:

  • “El respeto a la ley, comience por el Rey.” 
  • “A siervos y a reyes, da Dios unas mismas leyes.
  • Niño malo no castigado, hácese más osado.” 
  • “Perdones, hacen ladrones.”
 Y en Internet se recogen muchas sentencias como estas:
  • Cuando la justicia sale por la puerta, la venganza entra por la ventana (Anónimo)
  •  Donde hay poca justicia es un peligro tener razón. (Francisco de Quevedo)) 
  • Si la justicia existe, tiene que ser para todos; nadie puede quedar excluido, de lo contrario ya no sería justicia. (Paul Auster) 
  • Los pueblos a quienes no se hace justicia se la toman por sí mismos más tarde o más pronto. (Voltaire)

 


Pues bien, resulta que actualmente, aunque los ciudadanos españoles, en su inmensa mayoría, gozamos de “un buen nivel de justicia”, nuestros dirigentes, en el ejercicio del poder que los hemos otorgado, están exentos de la obligación legal de desempeñar sus cargos con eficiencia, rigor y honestidad y, además, si lo desean, pueden ocasionar a los ciudadanos grandes o pequeños males, es decir, pueden ser injustos, sin que nadie pueda reclamarles personalmente responsabilidad alguna.

¿Hace falta recordar que ningún político pagará por los desmanes que, desde hace tiempo, cometen día a día, todos los días, en España? 
 
Debo decir sin embargo, que esta situación, fuera de todo sentido común y anómala desde cualquier punto de vista, no está ni en la cultura ni en la tradición española y que los españoles  de todas las Españas vieron en el pasado, con naturalidad,  a todos sus dirigentes, desde los Virreyes hasta los alcaldes, siendo  juzgados (por un Juez y de acuerdo con un procedimiento absolutamente reglado) al terminar sus mandatos; y ello desde que el Rey de Castilla, Alfonso XII, el Sabio, en las Siete Partidas, en el Siglo XIII, introdujo los que se vinieron a llamar, algo más tarde, Juicios de Residencia; figura jurídica que se mantuvo viva hasta 1812 en España y algunos años más en las ya independientes repúblicas americanas, es decir, durante más de quinientos años los cargos públicos españoles fueron juzgados y premiados o castigados por sus buenas o malas acciones.    
 
En cuanto al procedimiento de los Juicios de Residencia (un resumen puede verse en las páginas mencionadas en la Nota de esta entrada), cuyo propósito, en suma, era evitar los abusos, la corrupción y asegurar el buen gobierno en todos los reinos y regiones de la Monarquía Hispánica, era muy garantista, tenía elementos públicos y secretos, era minucioso y exhaustivo y sus resultados, las sentencias, raramente fueron, ni serían hoy, consideradas injustas.

Pues bien, ¿puede alguien imaginar lo cautos que serían nuestros gobernantes si supieran que inevitablemente, al final de sus mandatos serían llamados a sentarse, ante un tribunal, en el banquillo de los acusados?

Y, ¿puede alguien dudar lo cuidadosos que serían nuestros políticos si tuvieran la obligación (olvidada) de rendir cuentas de sus actos?

Pero, ¿alguien puede hoy  atreverse a soñar que las Cortes Españolas discutan (solo discutan)  una Ley para  juzgar las conductas, premiar las buenas y castigar  las malas, de nuestros políticos? Yo no.

 

Nota

 

De entre las muchas entradas en Internet sobre los Juicios de Residencia, hay dos que son, a nuestro entender, especialmente claras e interesantes:

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