sábado, 6 de diciembre de 2014

551. DE LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN AL DISPARATE

Cierra una semana en la que la locura colectiva que parece haberse instalado entre nosotros nos ha  regalado un nuevo disparate: El jueves 27 de noviembre, una mujer, la Ministra de Sanidad del Gobierno de España, ha dimitido, o ha sido obligada a dimitir,  no por  su gestión sino  porque un juez , en el desempeño de sus funciones, ha propuesto que sea juzgada por ser “partícipe a título lucrativo” de un delito,  por  haberse beneficiado  de los frutos de las  acciones  de otra persona  sin que ella supiera que esos frutos  eran de origen ilícito.
Aclarando más la situación para que no haya dudas: La señora Ministra, antes de llegar al cargo estuvo casada,   hasta que se divorció, con un señor que,  por lo que dice el juez, era un delincuente, que conseguía dinero y regalos haciendo lo que no debía.

La  señora, como tantas mujeres y tantos hombres  casados en el mundo, tardó una buena temporada en enterarse de cómo se las gastaba el personaje que tenía  por marido y, cuando  lo supo, me imagino su  disgusto,  tomó la sabia medida de mandarle al cuerno y divorciarse.

Y ahora  viene el juez y dice que la buena señora se había beneficiado de los frutos de las malas acciones del golfo de su marido.  Y la verdad es que el juez tiene razón: ella, aunque no tenía ni idea de lo muy malo  que era  su esposo, se subía en el  coche, mal adquirido, que este conducía, asistía a la fiesta de cumpleaños de su hija, regalada por otro golfo al golfo  su marido y hasta es posible que algún día se lavase las manos con un jabón especial, también mal adquirido, regalado  por  el ex marido. Y ella  hacía todo esto  como lo hace cualquier  mujer y cualquier hombre normal,  lo anormal  sería  desconfiar por principio  de la persona con la que  estas casado.

¿Por qué digo que la dimisión es un disparate?

No porque el juez carezca de razón, que en mi opinión, la tiene: ha aplicado el Artículo de 122 del Código Penal, cuyo texto dice: “El que por título lucrativo hubiere participado de los efectos de un delito o falta, está obligado a la restitución de la cosa o al resarcimiento del daño hasta la cuantía de su participación.”

Tampoco porque, lógicamente,  si ella se ha beneficiado en algo del producto de un delito, si el ex marido no lo hace, debe reintegrar la cuantía por la que se hubiera beneficiado.

Y menos todavía porque  la Ex Ministra  fuera en su día  tonta de remate  y eligiera por marido  a un botarate que salió rana.  Es evidente que, al menos por ahora, haber tenido un padre muy ladrón y sinvergüenza, un hermano  criminal y regalón, o una ex mujer  tan aprovechada  como arpía,  no es  motivo para que,  fallecido tu padre, encarcelada tu hermana o ya casada con otro tu antes muy querida  arpía,  una persona  honesta y capaz no se pueda  ser ministra, diputado,   alcaldesa o concejal.

Es, en mi opinión,  un disparate  obligar a  dimitir a la ex  ministra  porque la razón ha sido  exclusivamente el  dar  tranquilidad a  los políticos,  del gobierno y de la oposición,  ofreciendo “buena”  carnaza a los medios de comunicación para que estos comuniquen ciudadanos, ahora muy enfadados, que los políticos en activo, son muy decentes y que “el que la hace la paga”, aunque la única verdad es que  la  Ex Ministra, pobre mujer,  no ha hecho nada.

Por supuesto, lo que sí es un disparate es que  luego de meses y meses, esta semana tampoco, los políticos del gobierno y de la oposición  siguan sin ponerse de acuerdo para decidir qué hacer para evitar que miembros de sus propios  partidos cometan delitos de corrupción y que si los cometen paguen con  la sanción más adecuada.  


Nota:


Cuánto he escrito anteriormente es independiente de mi opinión sobre la labor realizada por la Ex Ministra en el desempeño de su cargo y lo es porque  todo ello sería válido tanto  si  su  trabajo hubiera  sido excelente  o hubiera  sido un desastre y porque las razones de la dimisión  no están  relacionadas  con la  eficiencia que esta señora  ha  demostrado en el Gobierno de España. 

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