miércoles, 17 de febrero de 2021

930. DE LA NUEVA NORMALIDAD 74

 

 

DE OTRA Y MUY MALA DESGRACIA

 

Pues sí, aunque sin darnos mucha cuenta, muy deprisa, todo, todo en    Cataluña, avanza hacia la ruina, tanto es así que el Barcelona, el gran Barcelona, el mejor equipo del futbol en el mundo hace muy pocos años, ayer, en su propio campo, ¡qué desgracia!, perdió 1-4 con el PSG en el partido de ida de la Champions League.

Y, aunque perder un partido, incluso para un gran equipo, no es una gran desgracia, lo que sucedió ayer  tiene mucha importancia: el Futbol Club Barcelona, sin presidente, en una situación económica muy difícil, quizá próximo a la suspensión de pagos y, ¡qué pena!, todos los expertos en futbol coinciden en afirmar que el referente deportivo de la inmensa Barcelona de los años 90 del siglo pasado, ya no es lo que era, perder ayer es una muestra, poco a poco  la ruina lo ha devorado y del gran edificio que fue, solo queda una hermosísima fachada que, también amenaza ruina

Abundando en la decadencia del gran Barça, si este se hubiera quedado en ser, aunque extraordinariamente bueno, en un club deportivo, tampoco tendría una gran importancia, no sería una gran desgracia, está dentro de las leyes de la naturaleza el que las personas y las organizaciones: nacen, crecen, se desarrollan y mueren y otras ocupan, de un modo u otro, su lugar. Sin embargo, porque para Cataluña y los catalanes el Barcelona es “más que un club”, no dejo de pensar, con tristeza, que lo que vimos ayer es, sobre todo, la luz mortecina que ilumina el camino, inexorable, de Barcelona, de Cataluña y de España.

De esa Barcelona que fue la ciudad de la “mejor olimpiada” de todos los tiempos, la “más moderna”, la “más culta”, “la más rica”, “la más tolerante”, “la más europea”, la “más pujante”, “la mejor del Mediterráneo”, “la envidia del mundo”, “el orgullo de España”, poco a poco, no hace falta explicarlo, va quedando nada.

Y no es solo el Barça, ni Barcelona, ni Cataluña, es la casi totalidad de España, la que ha emprendido el camino de la ruina y esto sí es una gran desgracia: una pandemia, con miles de muertos, muy mal gestionada, la economía menguando, la deuda creciendo, gobernados por un mentiroso compulsivo y un populista trasnochado, la oposición en manos de un chisgarabís atontado y los españoles, sin saber qué hacer, aturdidos del todo…

Bien es verdad que aún nos queda esperanza: a veces, las sociedades felices, para seguir siéndolo, necesitan recordar, viviéndola un poco, lo mala que es la desgracia y, cuando recuerdan, se ponen al tajo, piensan, trabajan y, con mucho esfuerzo, recobran la fe y salen de la desgracia.

 


 

 

 

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