sábado, 26 de enero de 2008

132. SEÑA DE IDENTIDAD

Hace algunos días, en una reunión familiar, sentados alrededor de una mesa baja, algunos de los hermanos, comentábamos que los temas que más nos agrada tratar, cuando estamos juntos, están relacionados con nuestra familia.


Siempre es lo mismo, relajados y tranquilos, hablamos de recuerdos, experiencias y valores compartidos.
Comentamos y no poco, los éxitos que en común o cada uno, hemos vivido y también están presentes los batacazos que, en razonable silencio, todos hemos compartido.


Probablemente valoramos todo en positivo porque aunque reconocemos que lo que para otros es nuestro gran defecto, en casa nuestra seña de identidad es el orgullo, un inmenso y tremendo orgullo.


No se si es bueno o es malo, probablemente ni bueno ni malo, simplemente es.
A fin de cuentas, es nuestra seña de identidad. La misma seña de identidad que une, sea el que sea hoy su pasaporte, a los españoles de todas las españas. En todas partes, cuando nos reunimos sin extraños, hacemos lo mismo, hablamos sin pudor de los éxitos logrados y disfrutamos recordando los fracasos obtenidos. Todo porque, a fin de cuentas, son nuestros y estamos orgullosos de haberlos conseguido.

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