viernes, 1 de febrero de 2008

133. MARÍA VICTORIA GUTIÉRREZ

La madre de mi mujer, mi suegra durante treinta y tres años, ha muerto.
Ha sido, a lo largo de sus 84 años, una mujer muy fuerte, entregada a lo que era para ella el deber.
No ha dejado un momento de dar cuanto ha podido y no ha parado de exigir, primero a sí misma, y, luego, a todos sus próximos, siempre más.
En el camino de su vida ha disfrutado de pocos descansos, ha esquivado la banalidad y ha guerreado, sin pausa alguna, en la búsqueda de lo mejor.
Segura y firme en sus criterios, ha sido siempre libre, hasta el extremo, en la expresión de sus pensamientos.
Rodeada de los suyos, muy cansada, libre del todo, dando y recibiendo amor, la noche del 27 al 28 de enero, se entregó a Dios.
Sean estas palabras expresión, además del agradecimiento y el afecto que me han unido a ella, manifestación de la pena que, como todos los suyos, hoy siento.

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