miércoles, 14 de septiembre de 2011

413. AYER ESTUVE CON LA BERDI



 No lo puedo evitar, es del todo superior a mis fuerzas haber estado con la Berdi  y no contarlo. Tengo que contarlo a gritos para que todo el mundo se entere de mi suerte, de  la suerte que he tenido de  ver y hablar  ayer  con la Berdi.

Y, para contarlo todo, estuve con la Berdi muy en  el centro de Madrid, en un lugar de mucho lujo,  luces tenues y  voces con sordina, en el que todo se hizo música feliz  con el estar  de la Berdi.

La Berdi.  La Berdi, dulce ella, morena, delgada y graciosa. Moviendo las manos, con  palabras suaves y   gráciles  gestos, llenó  mis ojos de juventud y vida.

La Berdi. Ayer  estuve con la Berdi y  ella habló conmigo. Me dijo muchas y preciosas palabras, tantas  me dijo  que  ahora, antes de que pasen dos noches,   tengo que pensarlas todas, una por una,  para oírlas  de nuevo y olvidar ninguna.

La Berdi, la mujer hermosa, bella y sencilla, inteligente y altiva, franca y  misteriosa, prudente y desprendida, me miró a los ojos, me regaló bebida, y estar con  ella fue el  mejor regalo que podía colmar uno de mis mejores días.

Gracias Berdi, muchas gracias por ser la Berdi y ser amiga.

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