domingo, 15 de marzo de 2020

815. PREOCUPACIÓN, IMPOTENCIA, MIEDO, PASADO, ANGUSTIA, DESESPERACIÓN, REFLEXIÓN, ÁNIMO, OPORTUNIDAD, ESPERANZA, ILUSIÓN, TRABAJO, ESFUERZO, FUTURO (CORONAVIRUS 1)


Cuando hace un mes daba por terminado mi libro Reflexiones, recuerdos y margaritas blancas, la pandemia que en estos momentos asola el mundo era para mí algo así como “una enfermedad parecida a la gripe, mala pero no muy mala, que mata viejos en una provincia del interior de China”, y ni en el más remoto de mis peores ensueños se me hubiera ocurrido pensar que los gérmenes del Covid – 19, del  coronavirus, en unas cuantas semanas se extendería fuera de su país de origen, por todo el planeta.

Evidentemente, en aquellos momentos mis más oscuros pensamientos se centraban en el fanatismo del presidente y de los ministros del gobierno y en el peligro que, para España y para los españoles,  podrían suponer las acciones de un político que, entre sus méritos cuenta el haber plagiado no pocas páginas de su tesis doctoral.

Y mira, por entonces también tenía muy claro que, aunque he cumplido setenta y seis años, seguía teniendo obligaciones para con mi familia y para con mis conciudadanos y que estas se centraban  en  contribuir a la salud de los españoles escribiendo primero a favor de la vacunación de los niños y  de la conveniencia de que también se vacunasen de las enfermedades infecciosas  todas las personas que trabajan en el mudo de la salud; y, todo ello sin olvidar que debía  oponerme, con todas mis pocas fuerzas, a los desmanes que se anunciaba iban a llegarnos de la mano del actual gobierno en parte socialista y en parte comunista.

Pero, no lo había tenido en cuenta, ¡existen los cisnes negros!

En esta preciosa mañana de un marzo que mayea veo, desde la cristalera que son mis ventanas, la luz de un sol que llena  la calle desierta y  me  tienta a contravenir las instrucciones que ha dado “la autoridad”, cubrir mi cabeza con un sombrero panamá, tomar en la mano  un bastón ligero y, salir de casa para dar un paseo para disfrutar de  de la primavera que, aunque no lo es todavía, todo lo llena.

Pero no, la pandemia del Covid -19, aunque está en sus comienzos, todo lo ha trastocado y, como un milagro, ha venido para abrir mis ojos o, al menos entornarlos, para ver  o, acaso todavía  solo para vislumbrar  el camino que Dios o el destino han  marcado  para mi cuando pensaba  y acaso fuera cierto, que  en la vida me quedaba casi nada  por hacer.

De entrada, porque es evidente, debo, es mi obligación enterarme y  reflexionar sobre lo que ocurre a mi alrededor y más allá, indagar sobre dónde existen oportunidades, dirigir todo mi esfuerzo a buscar formas para contribuir a que el mundo, tan distinto, que nos viene inexorablemente, sea tiempo de esperanza, con nuevos caminos  y  renovadas ilusiones, un mundo en el que el trabajo, el  esfuerzo y la entrega a grandes o pequeños desafíos haga felices a los hombres mientras avanzan en la vida. Y no cabe, porque es muy costoso y nada útil,  dedicar un segundo a dejar que la  preocupación, la sensación de impotencia, el  miedo, la angustia, o la desesperación se abran paso en nuestro pensamiento;  el nuevo tiempo será distinto sí, pero será tiempo de  ánimo, de oportunidad,  de esperanza, de ilusión, de éxito y de futuro.

Y, siendo consecuente con la nueva situación, sin pesar, ¡es asombroso!, he eliminado de mi cabeza y de la pantalla de mi ordenador las bastantes páginas y  muchas notas  que a lo largo de dos años largos he obtenido      de múltiples lecturas y bastantes entrevistas con médicos, juristas, psicólogos, naturistas, trabajadores sociales y personas  con sentido común  sobre las vacunas, los movimientos antivacunas, la necesidad de vacunar, los peligros de las  vacunas, la industria de las vacunas, el negocio de la vacunación y de la no vacunación, las leyes que regulan la vacunación, etc. Todo ello es pasado y carece de utilidad que siga escribiendo y pensando sobre ello: cuando termine la pandemia de Covid -19 la necesidad de crear muchas y  nuevas vacunas y vacunar a la población será tan obvia que hablar de los movimientos antivacunas y su evolución solo tendrá sentido en el contexto de una “novela histórica”.

¿Me importa “tirar” el trabajo de dos años?, pues la verdad es que no, el objetivo  que me había planteado con la novela que no he terminado se va a conseguir y con un éxito un millón  de veces superior, como resultado de una pandemia ocasionada por una enfermedad para la que no existe vacuna…y, por otro lado, al dejar de lado el tema de las vacunas  puedo dedicar mi tiempo y mi esfuerzo a escribir sobre otros temas  más relevantes y seguro más divertidos de cara al futuro.

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