Cuando yo era niño, en España, al igual que en gran parte del resto del mundo, por unos u otros motivos, se conocía bien lo que era el hambre porque era mucha y omnipresente.
Todos los que la recuerdan, aunque procuren no acordarse, saben bien que se sufre mucho conviviendo con el hambre.
En los últimos años del siglo XX, afortunadamente, para una gran parte de la población mundial, el hambre era algo lejano, propio de lugares perdidos, de países enloquecidos o mal administrados, a los que solo llegaban las ONGs y los turistas de lo exótico.
Ahora, cuando parecía que fantasma del hambre comenzaba a perderse en el pasado, estamos próximos a vivir, en lugares bien cercanos, grandes hambrunas.
Y, el hambre es, además de carencia e inmenso dolor, desolación y muertes, con consecuencias que llegan también, e inexorablemente, a grandes distancias.
La solución del drama, es extremadamente compleja, pero acaso, cuando el problema de la escasez y la carestía de los alimentos se esta convirtiendo en un enorme problema también para las sociedades desarrolladas, sea el momento de avanzar en la solución real de un inmenso mal que afecta a todos.
Cuando las amenazas son acuciantes y especialmente también cuando se perciben buenas oportunidades, las personas y las organizaciones despliegan todas sus capacidades para encontrar soluciones, por ello pienso que en el momento actual y durante los próximos años se van a producir avances importantes en la solución del problema del hambre y, como consecuencia directa, en la satisfacción de otras necesidades humanas.
Sin embargo, estoy convencido, las soluciones van a llegar despacio. Las medidas que puedan adoptar las organizaciones internacionales y los gobiernos de los países, van a ser difíciles de acordar, parciales casi siempre y nunca al gusto de todos, ya que han de ser resultado de difíciles equilibrios e intereses de unos y otros.
Por ello, lamentablemente, aún siendo una enorme oportunidad para el mundo, pienso que en el corto plazo solo podemos esperar de las altas y públicas instancias, buenas palabras, ayudas coyunturales, remedios del pasado y algunas acciones que sirvan de placebo para el hambre de los débiles.
Entre tanto, aquellas empresas o personas con ideas claras y objetivos de negocio muy concretos, navegando sin mucho ruido, jugando a ganar - ganar con quien sea preciso integrar en esta inmensa y apasionante partida, van a remediar, por puro egoísmo, más problemas de escasez que todos los gobiernos unidos.
Nota:
Caben nuevos jugadores en la partida. Muchos de los que están ahora tienen miedo y solo van a apostar fuerte si tienen mucho juego. Los que jueguen, con valor y un poco de osadía obtendrán mucho, mucho dinero y el premio inmenso de haber salvado, en el camino, la vida a muchas gentes.
Todos los que la recuerdan, aunque procuren no acordarse, saben bien que se sufre mucho conviviendo con el hambre.
En los últimos años del siglo XX, afortunadamente, para una gran parte de la población mundial, el hambre era algo lejano, propio de lugares perdidos, de países enloquecidos o mal administrados, a los que solo llegaban las ONGs y los turistas de lo exótico.
Ahora, cuando parecía que fantasma del hambre comenzaba a perderse en el pasado, estamos próximos a vivir, en lugares bien cercanos, grandes hambrunas.
Y, el hambre es, además de carencia e inmenso dolor, desolación y muertes, con consecuencias que llegan también, e inexorablemente, a grandes distancias.
La solución del drama, es extremadamente compleja, pero acaso, cuando el problema de la escasez y la carestía de los alimentos se esta convirtiendo en un enorme problema también para las sociedades desarrolladas, sea el momento de avanzar en la solución real de un inmenso mal que afecta a todos.
Cuando las amenazas son acuciantes y especialmente también cuando se perciben buenas oportunidades, las personas y las organizaciones despliegan todas sus capacidades para encontrar soluciones, por ello pienso que en el momento actual y durante los próximos años se van a producir avances importantes en la solución del problema del hambre y, como consecuencia directa, en la satisfacción de otras necesidades humanas.
Sin embargo, estoy convencido, las soluciones van a llegar despacio. Las medidas que puedan adoptar las organizaciones internacionales y los gobiernos de los países, van a ser difíciles de acordar, parciales casi siempre y nunca al gusto de todos, ya que han de ser resultado de difíciles equilibrios e intereses de unos y otros.
Por ello, lamentablemente, aún siendo una enorme oportunidad para el mundo, pienso que en el corto plazo solo podemos esperar de las altas y públicas instancias, buenas palabras, ayudas coyunturales, remedios del pasado y algunas acciones que sirvan de placebo para el hambre de los débiles.
Entre tanto, aquellas empresas o personas con ideas claras y objetivos de negocio muy concretos, navegando sin mucho ruido, jugando a ganar - ganar con quien sea preciso integrar en esta inmensa y apasionante partida, van a remediar, por puro egoísmo, más problemas de escasez que todos los gobiernos unidos.
Nota:
Caben nuevos jugadores en la partida. Muchos de los que están ahora tienen miedo y solo van a apostar fuerte si tienen mucho juego. Los que jueguen, con valor y un poco de osadía obtendrán mucho, mucho dinero y el premio inmenso de haber salvado, en el camino, la vida a muchas gentes.
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