miércoles, 23 de abril de 2008

157. REFLEXIONES SOBRE LA GRAN DEPRESIÓN. LA IMPORTANCIA DE LAS ACTITUDES. (Entrada 2 de 5)

Es bien conocida la importancia de las actitudes tanto en la generación de las crisis, personales y sociales, como en la solución de las mismas.

Situaciones difíciles en la vida de las personas, de las familias o de los grupos sociales, se decantan unas veces en tiempos de ilusión y prosperidad y otras en épocas negras de escasez y zozobra.

En ocasiones, la pérdida parcial de una inversión genera el impulso para cambiar exitosamente la línea de negocio, o el abandono de la pareja es el comienzo de otro grande y duradero amor. En otras, el mismo hecho es desencadenante de la ruina familiar o de desesperada melancolía que lleva a la muerte.

La desesperanza o la ilusión colectiva de los españoles a lo largo de la historia, el desánimo de los alemanes después de 1918 y su enloquecida soberbia de los años 30, la crisis de 1929 en Estados Unidos y la superación de la misma son ejemplo del poder de las actitudes en el hacer de los pueblos.

El crecer de negocios que vienen desde nada y la muerte de empresas que llegaron muy arriba, la alegría duradera de matrimonios nacidos del consuelo amoroso de ilusiones perdidas, o el luto del alma hasta que llega la muerte, son ejemplos claros del poder de las actitudes.

Ante la Gran Depresión, pienso que, en las personas concretas, acaso el factor más importante para salir de ella es la actitud positiva.

Entendemos por actitud positiva la disposición de ánimo que se manifiesta en gusto, ilusión, ganas, deseos de hacer, alegría en el esfuerzo, metas claras, crecerse en la adversidad, confianza y trabajo duro.

Parece acaso demasiado lo que entendemos por actitud positiva, pero en la realidad nada hay de extraño en ello, todos desplegamos fuertes y positivas actitudes cuando queremos algo de verdad, muestra de ello son el proceso de pretender y cortejar que realizan los enamorados, el camino de la vocación sacerdotal, la pasión del orfebre o el orgullo de quien logra construir su propia casa. La actitud positiva es solo la suma de dos ingredientes, creer y querer.

El por qué se quiere y el por qué de cree no es importante. Lo importante es que uno quiera y que uno crea por sus propias razones, por necesidad, por orgullo, por amor, por lo que sea.

Pienso que cuando se está ante una situación muy difícil casi todos queremos salir, que si viéramos el camino, si creyéramos, nos podríamos inmediatamente a recorrerlo. El tema es el creer, creer que podemos, y para creer hay que conocer.

¿De donde saco yo las ideas para hacer algo, qué tengo que hacer, cómo he de hacerlo?, en el camino de buscar respuestas, que las hay, a estas preguntas está el inicio de la pasión de emprender, de transformar el problema que cada uno tiene en oportunidades hacia el futuro.

El camino de no hacer, de no emprender conduce a nada, es la enfermedad colectiva, la estupidez de muchos y la tristeza de todos.

Ya conocen todos ustedes el dicho: del cura lo que diga, del médico lo que haga. Yo en estos momentos hago de cura y, cuando trabajo, procuro ser, para quien quiere emprender, un buen médico. Por ello me permito recomendar a quien piense, aunque sólo sea por un momento, emprender, que escriba esta palabra en la barra de google y que comience a leer.

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