lunes, 23 de marzo de 2009

243. A FAVOR DE LA ECONOMÍA INFORMAL


Estoy enfadado, muy enfadado con el Gobierno de España y con los políticos que rigen el Estado, las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos: Además de no arreglar lo que no pueden arreglar, están empeñados en facilitar la destrucción del trabajo de los trabajadores autónomos y en enviar a muchos de esos autónomos a la economía informal.

Es un hecho el que cuando las personas necesitan, de verdad y con urgencia, ganarse la vida, piensan qué saben o qué pueden hacer e inmediatamente se ponen a hacerlo.

Creo que solo es propio de políticos y funcionarios el exigir a alguien, cuando ese alguien necesita dinero para comer, que se ponga a estudiar los requisitos legales que hacen falta para “darse de alta”, como trabajador autónomo.

Es absurdo pretender que alguien dedique el tiempo “normal” que hace falta para reunir papeles “ imprescindibles”, que no trabaje sin pagar las licencias “que correspondan” y que, luego de gastar el dinero que no se tiene y de esperar los días que no se pueden esperar, ese alguien se ponga a trabajar.

Evidentemente eso es lo que pretenden los Ayuntamientos, las Comunidades Autónomas y el Estado, que están regidos por políticos y funcionarios, todos con derecho a sueldo fijo cada final de mes.

Me parece que está muy bien cobrar impuestos, que es bueno conseguir que todo el mundo apoquine para cubrir las necesidades sociales de “los que saben”, de los políticos, por ejemplo, sus coches de lujo, sus despachos hermosos, sus viajes a Siberia, sus trajes, sus comidas y sus otros muchos e insignificantes gastos.

Hoy nadie puede negar, ni siquiera el caradura mayor de los mentirosos, que está bajando rápidamente el censo de “autónomos” y que, al paso que vamos, esas gentes pueden llegar a ser en una especie más que protegida.

Afortunadamente, hay cada vez más hombres y mujeres que trabajando por libre, como buenamente pueden,aún en la ilegalidad, siguen trabajando. Muchos, al tener menos trabajo, e ingresar menos dinero han tenido que “darse de baja”, para no pagar a la Seguridad Social. Además, en la economía informal no hay retenciones en los ingresos y se puede bajar el precio a los clientes cobrando sin IVA.

Es cierto que esas gentes, como afirman los políticos, “a la larga ellas mismas se perjudican”, porque no cobrarán al jubilarse pensión de ministro (la pensión que cobrarían si pagasen, es la que es, por ello, que baje un poco el subsidio no es motivo de angustia adicional).

Ante estos hechos y dado que el número de autónomos va a seguir bajando y bajando, se va a tratar de tomar medidas serias. Los políticos van a amenazar a todo el mundo, van incrementar “las inspecciones” y, sobre todo, van a tratar de conseguir que todo el mundo, tenga o no dinero, pague impuestos para cubrir sus necesidades prioritarias, es decir, sus coches, sus despachos, sus viajes, sus asesores, etc.


¿Solo eso? No, las cosas irán a peor.

El Gobierno dice que los desempleados van a cobrar el subsidio de paro hasta que tengan, dentro de años, un buen trabajo, el que realmente se merecen, por cuenta ajena. Pero como el dinero del paro es escaso y, se puede acabar, la gente se va a poner a poner a trabajar y lo va a hacer (como ya se hace en muchos sitios) con bondadosos gobiernos socialistas, cobrando o no cobrando de la seguridad social, sin papeles, sin permisos, sabiéndolo todo el mundo y sin decírselo a nadie, en la economía informal,

Creo que lo sensato sería no plantearse atacar a la economía informal, no pensar ni por un momento que es “competencia desleal”, que hay que perseguir a la gente para proteger a los autónomos y a las pequeñas empresas (a las que no pagan las administraciones públicas gestionadas por políticos), que por ahora son legales.

Lo sensato, en mi opinión, sería bajar los costes de la seguridad social, dar a los autónomos una moratoria de uno o dos años sin pagar cuota alguna. Eliminar las retenciones a cuenta del impuesto sobre la renta, vincular el IVA al cobro de las facturas, eliminar tasas municipales y no olvidarse, los ayuntamientos, de pagar a quienes deben dinero. Eso, al menos, evitaría problemas a las personas y haría crecer mucho menos rápido la economía informal.

Sin embargo, como la realidad es la que es, me aventuro a pensar, casi con alegría, que el escenario más probable a medio plazo incluirá, durante muchos años, una poderosa economía informal, contra la que será casi imposible luchar sin enormes costes en votos. Y será hasta bueno que las Administraciones Públicas no puedan pagar, por falta de recursos, tonterías que solo los políticos consideran importantes.

Acaso, al igual que en Estados Unidos, en España, empiece pronto a ser apreciado el objetivismo de Ayn Rand.

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