martes, 26 de febrero de 2008

141. EMPRESARIOS II: DUEÑOS, AMOS Y VALIDOS DE NUESTRO TIEMPO

El Diccionario de la Lengua Española, en la primera acepción de la palabra Dueño, dice que este es el “Hombre que tiene dominio o señorío sobre alguien o algo” . Siempre me ha llamado la atención que la Real Academia tenga que conservar todavía el “señorío sobre alguien...”, ya que es muestra de la existencia, todavía, en nuestro mundo global, de esclavos.

Y, en la entrada de la palabra Amo, las primeras acepciones son: Cabeza o señor de la casa o familia - dueño o poseedor de algo - hombre que tiene uno o más criados, respecto de ellos - Persona que tiene predominio o ascendiente decisivo sobre otra u otras.

Creo que en el significado de ambas palabras está latente el concepto de propiedad como derecho absoluto, es decir el titular puede disponer de su cosa y hacer con ella lo que considere conveniente, sin que nadie pueda impedir el libre ejercicio del derecho ya que los demás están obligados a respetarlo.

En consecuencia con lo anterior, el dueño o amo de una empresa puede disponer de su empresa y hacer con ella lo que le venga en gana.

Por otro lado, es frecuente que en las empresas que tienen por dueño a una persona y esta persona ejerce de amo, aparezca la figura, extremadamente interesante, del Valido que, al igual que en el gobierno de la res pública de las españas en los siglos XVII y XVIII, ejerce, sin otro título que la confianza, entonces del rey y ahora del amo, la autoridad más absoluta sobre los súbditos del reino o sobre los empleados de la empresa.

Para ser valido el único requisito es contar con la confianza del rey o del amo, cuando el valido lo es manda y manda todo, pero éll es nada, no tiene título y carece de poder propio.

En la historia hay grandes y muy eficientes validos, el Conde Duque de Olivares lo fue de Felipe III, que acompañan a desastres ilustres como el Príncipe de la Paz, valido de Carlos IV.

En la historia de las empresas con amo, aunque sus nombres sean menos conocidos, también hay validos extraordinarios, razonables y también grandes desastres.

Para el rey o para el amo puede ser bueno tener valido, conservan la autoridad, el éxito es siempre suyo y los fracasos corresponden al valido. Además, cuando el valido ha cumplido su ciclo se le achacan todos los erroes, se le cargan todas las culpas, se le retira el afecto, se le aleja del todo y se da a otro la real confianza.

El valido hace y deshace mientras lo es. Si es listo, sabe que su tiempo es incierto y nunca largo, y sabe también que de lo bueno que haga jamás obtendrá mérito. Por ello, lo normal es que trate y a veces logre, compensarse con dinero, favores a terceros o negocios personales que protejan su mañana.

También hay validos que son un algo tontos, trabajan mucho, hacen lo mejor, reciben poco y al final, les queda nada.

Por ello, cuando encuentro una empresa que tiene amo y valido me dan escalofríos y, para el bien de todos, les pido a ambos, que piensan que aunque les guste a cada uno su papel, en la gestión del Siglo XXI caben las figuras del empresario y del directivo, pero no son útiles, para nadie, las de amo y de valido.

El empresario capaz no necesita en esta época tener valido, es mucho mejor que trabaje como lo que es o, si no quiere o no puede ejercer su papel, delegue la gestión de forma clara y profesional.

Cuando me consulta algún directivo que, muchas veces sin pretenderlo, ha llegado a ser valido, siempre le digo lo mismo: Sal ya de esa empresa, antes de que el amo te cargue las culpas de todo, te despida y, para colmo, por la rabieta que enganche, para cobrar lo que sea tuyo tengas que ir a un juicio.

Por supuesto, un profesional capaz jamás debe aceptar ser valido, el mundo esta lleno de empresas en las que para tener éxito solo se requiere tener talento y trabajar duro.

Para vivir y vivir bien, no hace falta ser del rey o del amo, su valido.


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