miércoles, 5 de septiembre de 2007

85. RECUERDOS DE BATALLAS

De tiempo en tiempo las personas, por unas u otras circunstancias, nos encontramos en el centro o en los aledaños de una batalla.

Puede ser en un altercado callejero, en un atentado terrorista, en una catástrofe natural, en un choque de trenes, en un accidente de aviación y hasta en una batalla dentro de una guerra.

También puede aparecer el estallido de violencia, acaso no física pero sí de extrema dureza moral, en la pugna por la destrucción o el control de un cliente, de un proveedor o de una empresa competidora.

Mientras dura la refriega o se desarrolla la batalla, las personas implicadas asumen múltiples papeles, desde general al mando hasta sargento de un pelotón de ataque, desde espía infiltrado en el campo enemigo hasta periodista espectador, desde amante preocupado por alguien hasta inocente habitante del lugar.

Siempre hay bajas entre los contendientes y víctimas inocentes. Siempre hay heridos que se recuperan y siempre hay personas que quedan mutiladas para el resto de sus vidas. Y también hay supervivientes que ganan algo y la mayor parte de las veces obtienen nada.

De todo esto me llaman la atención, sobre todo, tres cosas: La primera lo súbito a veces del estallido de la violencia, lo segundo la enorme tensión y la ausencia de miedo en la batalla, lo tercero, la sensación del “no me ha pasado nada”.

Y una cuarta, cuánto satisface a las personas haber estado en el centro de la refriega y contar, cuando ha pasado el tiempo, que participaron en ella.

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