En 1918 H. Fayol, gran maestro de generaciones de dirigentes del siglo XX, incluyó entre los principios de dirección “la unidad de mando”, que en su aplicación práctica implica que cada empleado debe tener un solo jefe.
Tener dos o mas superiores en el mejor de los casos desorienta al subordinado y en el peor este puede engañar a los dos e incluso llegar a enemistarlos.
Durante muchos años y aun ahora, el principio sigue vigente y sigue vigente en gran medida porque una parte muy importante de los miembros de la sociedad sigue inmersa en la Teoría X y solo en muy pocos casos se ha asumido la Teoría Y de McGregor.
A partir del final del siglo pasado y de los comienzos de este las cosas empiezan a cambiar.
Hoy, cuando ya es imposible, por el coste que implican las estructuras estrechas, la necesidad imperiosa de conocimientos profundos específicos, la adaptación imprescindible y permanente al cambio en el desempeño de cualquier función y la imposibilidad de que el jefe pueda entrar en todo cuanto hacen sus colaboradores, estamos comprobando que el principio de unidad de mando, interpretado como “una persona solo puede tener un jefe” ha dejado paso a una interpretación diferente, las personas pueden tener uno, dos, tres o ningún jefe, siempre que en la organización se mantenga el principio, también formulado por H. Fayol, de “unidad de dirección” y la organización esté próxima, en su cultura real y en sus prácticas diarias, a la Teoría Y.
Recordemos que la Teoría Y considera que los seres humanos no detestan el trabajo, pueden automotivarse, autodirigirse y puede libremente cooperar y luchar para conseguir objetivos comunes, siempre que se den las condiciones que lo hagan posible.
Tener dos o mas superiores en el mejor de los casos desorienta al subordinado y en el peor este puede engañar a los dos e incluso llegar a enemistarlos.
Durante muchos años y aun ahora, el principio sigue vigente y sigue vigente en gran medida porque una parte muy importante de los miembros de la sociedad sigue inmersa en la Teoría X y solo en muy pocos casos se ha asumido la Teoría Y de McGregor.
A partir del final del siglo pasado y de los comienzos de este las cosas empiezan a cambiar.
Hoy, cuando ya es imposible, por el coste que implican las estructuras estrechas, la necesidad imperiosa de conocimientos profundos específicos, la adaptación imprescindible y permanente al cambio en el desempeño de cualquier función y la imposibilidad de que el jefe pueda entrar en todo cuanto hacen sus colaboradores, estamos comprobando que el principio de unidad de mando, interpretado como “una persona solo puede tener un jefe” ha dejado paso a una interpretación diferente, las personas pueden tener uno, dos, tres o ningún jefe, siempre que en la organización se mantenga el principio, también formulado por H. Fayol, de “unidad de dirección” y la organización esté próxima, en su cultura real y en sus prácticas diarias, a la Teoría Y.
Recordemos que la Teoría Y considera que los seres humanos no detestan el trabajo, pueden automotivarse, autodirigirse y puede libremente cooperar y luchar para conseguir objetivos comunes, siempre que se den las condiciones que lo hagan posible.
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