miércoles, 9 de mayo de 2007

49. EFICIENCIA MUNICIPAL

Hoy no me resisto a publicar el resumen, seguro no del todo preciso, de lo que me relató el lunes un agente, con uniforme y bien armado, de la policía municipal de mi ciudad.

Cuenta el policía municipal que él “tiene la manía” de tramitar sus denuncias a través de la Comunidad de Madrid porque aunque ésta las reenvía al Ayuntamiento, piensa que esí es mejor. Bien por su jefe y aplausos al Concejal de Seguridad.

El agente dice tener un fiero rotwailer, mérito importante para trabajar en Medio Ambiente con el mandato de multar a los perros que anden sueltos por el parque, especialmente si se acercan al Puente del Botellón, conocido también por Zona de Cristales Muy Peligrosos.

Añade el bien armado que “cuando me acuerdo, comunico lo de los cristales”, que no es de su negociado y pertenece a la limpieza, que está contratada con alguien.

Ratifica, bien educado, que de su “epígrafe” queda excluido evitar que los menores se emborrachen en el botellón, vigilar a los camellos o soportar que le llamen xenófobo, por decir, con buenas maneras, que la basura tiene su lugar.

Señala que no es misión de la policía municipal vigilar que no se arranquen los árboles, destrocen los bancos, arranquen las plantas, escupan a los ancianos o se haga otro mal, salvo que les llamen para denunciar y, si se puede, se va.

Cuando le digo, muy asombrado, que todo eso me parece mal, contesta con una sonrisa amable y absoluta seriedad: “lo mejor es que usted vaya al Concejal de Seguridad, o mejor al Alcalde, que ahora están de elecciones y le atenderán”.

Es poco agradable saber estas cosas y pagar, con nuestro dinero, a los funcionarios vitalicios de la seguridad municipal.

Aunque incómodo con la gestión municipal, no hablare con el Concejal de Seguridad ni con Alcalde. Me escucharían atentos, harían nada, voy a votar lo mismo que ellos y no quiero importunar
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