Cuando reflexiono, en días como hoy, sobre la vida y la muerte, siento con enorme fuerza en mi interior el deseo de Paz.
Creo que la necesidad profunda de tener y sentir Paz, de estar llenos de Paz está grabado, cada generación más fuerte, en los cromosomas que mantienen la vida, difícil hasta casi lo imposible, de los hombres, en cada momento vivos.
Nadie en la historia de la humanidad ha vivido y sentido, más allá de algunos instantes la Paz.
La Paz es un bien maravilloso e inalcanzable que ayuda a sobrevivir. Sobrevivir requiere vivir una guerra muy prolongada, que solo termina cuando ya sin fuerza para sostenerla se cede a la muerte. Así está hecha la naturaleza, así se está haciendo la evolución y así ha de morir la viva.
Se vive en continuada competencia con el ambiente, con las personas, con nosotros mismos. Se batalla para tener el marido o la mujer, se lucha para defender y alimentar a los hijos, se trabaja para tener poder o para resistir al otro poder, se vive para sobrevivir y la supervivencia no se logra con paz.
Creo que deseamos tanto la Paz porque en nuestros genes se ha ido marcando como signo imborrable del ser humano. La Vida ha incorporando a nuestros cromosomas las no muchas vivencias de paz y la gran necesidad de ella que han tenido nuestros padres, nuestros abuelos todos los que no precedieron en la vida..
Al final de la reflexión, al igual que hoy, casi siempre llego a la conclusión de que el deseo de Paz es un estímulo muy poderoso, acaso vano y fugaz, que la Vida ha creado para asegurar la vida.
Creo que la necesidad profunda de tener y sentir Paz, de estar llenos de Paz está grabado, cada generación más fuerte, en los cromosomas que mantienen la vida, difícil hasta casi lo imposible, de los hombres, en cada momento vivos.
Nadie en la historia de la humanidad ha vivido y sentido, más allá de algunos instantes la Paz.
La Paz es un bien maravilloso e inalcanzable que ayuda a sobrevivir. Sobrevivir requiere vivir una guerra muy prolongada, que solo termina cuando ya sin fuerza para sostenerla se cede a la muerte. Así está hecha la naturaleza, así se está haciendo la evolución y así ha de morir la viva.
Se vive en continuada competencia con el ambiente, con las personas, con nosotros mismos. Se batalla para tener el marido o la mujer, se lucha para defender y alimentar a los hijos, se trabaja para tener poder o para resistir al otro poder, se vive para sobrevivir y la supervivencia no se logra con paz.
Creo que deseamos tanto la Paz porque en nuestros genes se ha ido marcando como signo imborrable del ser humano. La Vida ha incorporando a nuestros cromosomas las no muchas vivencias de paz y la gran necesidad de ella que han tenido nuestros padres, nuestros abuelos todos los que no precedieron en la vida..
Al final de la reflexión, al igual que hoy, casi siempre llego a la conclusión de que el deseo de Paz es un estímulo muy poderoso, acaso vano y fugaz, que la Vida ha creado para asegurar la vida.
A fin de cuentas, nosotros, yo, a pesar de todo, con unos pocos momentos de Paz que vislumbremos tenemos recompensa suficiente para seguir en la guerra.
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