Ya no me sorprende tanto como hace unos años, pero me sigue asombrando el enorme saber acumulado en la sociedad.
Desde niño tenía claro que para ser médico o abogado era imprescindible dedicar largos años al estudio en la universidad y más tarde seguir estudiando para llegar a ser un buen profesional.
Desde niño tenía claro que para ser médico o abogado era imprescindible dedicar largos años al estudio en la universidad y más tarde seguir estudiando para llegar a ser un buen profesional.
Luego supe que para ejercer cualquier oficio serio, ingeniero, químico, historiador o veterinario, también era imprescindible estudiar mucho.
Años más tarde, cuando comencé a trabajar en la Industria descubrí lo complejo que era llegar a Maestro en cualquier oficio.
Hoy sé que cualquier actividad, para tener demanda, requiere de un enorme saber, los zapatos, las lámparas, los teléfonos, pintar paredes, poner ladrillos, vender algo exige un enorme saber.
Y, me pregunto también, ahora que todo se está normalizando, que la acumulación de conocimientos se está concentrando en las actividades que son rentables en cada momento, donde se va a conservar el conocimiento acumulado de las viejas profesiones.
Años más tarde, cuando comencé a trabajar en la Industria descubrí lo complejo que era llegar a Maestro en cualquier oficio.
Hoy sé que cualquier actividad, para tener demanda, requiere de un enorme saber, los zapatos, las lámparas, los teléfonos, pintar paredes, poner ladrillos, vender algo exige un enorme saber.
Y, me pregunto también, ahora que todo se está normalizando, que la acumulación de conocimientos se está concentrando en las actividades que son rentables en cada momento, donde se va a conservar el conocimiento acumulado de las viejas profesiones.
Algunas veces pienso que habría que crear el Museo del Saber Acumulado y de los Oficios Perdidos. Es posible que en el futuro, cuando los jóvenes busquen su profesión o haya que hacer algo muy nuevo, será interesante acudir al Museo.
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