Con relativa frecuencia me preguntan qué se debe hacer cuando tu jefe, al recibir la noticia de que te marchas a otra parte con una buena oferta, te hace una contraoferta que puede desde casi igualar a superar con mucho la recibida del exterior.
Mi respuesta es siempre la misma: Si la oferta es buena, supone un desafío y te atrae lo suficiente, en principio, por muy buena que sea la contraoferta, debes marcharte.
Obtener algo valioso bajo presión se percibe, consciente o inconscientemente, siempre como una victoria en una batalla sobre el otro, y nunca como un acuerdo entre iguales.
Al mismo tiempo, dar para no perder lo antes no ofrecido e incluso denegado, deja en un poso de resquemor, que antes o después se trata de recuperar con buenos intereses.
Si aceptas la contraoferta estas perdiendo una oportunidad, que habías ganado por tu valía, nadie te la había regalado. Además, ¿Qué vas a hacer cuando te llegue otra oferta?, ¿Hasta cuando llega tu compromiso? ¿Cuánto tiempo va a pasar hasta que tu empresa considere que has pagado el precio de haberte quedado?
Si no la aceptas y la agradeces en todo lo que vale, puedes quedar como un amigo y, sobre todo, como un señor. La vida es larga y arrieritos somos que antes o después nos encontramos en los caminos.
No, la verdad es que nunca he aceptado contraofertas, he visto demasiadas cosas como para no estar seguro de que es un gran error aceptar la contraoferta y, en mi opinión, para evitar ese error, lo mejor es evitarlo y nunca hacer a nadie contraoferta.
Claro que puede haber excepciones, seguro que muchas, sin embargo solo conozco un caso en el que las dos partes, pasado el tiempo, no hayan tenido la sensación de que al hacer y aceptar la contraoferta cometieron un error.
1 comentario:
Jose Luis, que ilusión me ha hecho leer su mail y ver que tiene un blog! ha sido muy interesante su artículo sobre la contraoferta y estoy totalmente de acuerdo.
un saludo y un abrazo!
Beatriz (7ª del máster)
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