El Ejido tiene una población próxima a ochenta mil habitantes. La mayor parte bien asentada en el lugar, esta integrada por españoles nacidos en otros lugares, algunos tan próximos como la propia provincia de Almería y las limítrofes de Granada o Murcia, u otras más lejanas del resto de España.
Otra parte de la población es la suma de los inmigrantes, antes muchos, marroquíes, de los hoy bien presentes ecuatorianos, los no pocos rumanos, las nada extrañas ucranianas, las bien adaptadas rusas, algunos bolivianos o colombianos y una muestra de nacionales de casi toda el África no mediterránea.
Las calles son reflejo de la diversidad y, contra lo que en un momento se puede pensar por las fuertes algaradas de hace unos años, no existe racismo ni, menos aún, xenofobia.
El principal motor de la actividad económica es la Agricultura Intensiva y el segundo el Turísmo, sectores ambos que requieren abundante mano de obra.
A efectos de la contratación laboral en conversaciones con personas del lugar hemos detectado algunas afirmaciones que, por repetidas, acaso puedan ser estereotipos, por su interés, las resumo a continuación:
- Los españoles están en situación de pleno empleo y los puestos más cualificados de las empresas se cubren por profesionales españoles, sobre todo técnicos, de la zona o de otras provincias.
- El personal marroquí es conflictivo en las empresas y socialmente no está integrado.
- Los ecuatorianos, si proceden de zonas rurales, son trabajadores y constantes.
- Los rumanos se dividen en dos mitades, una muy buena, la otra fatal.
- Las ucranianas y las rusas son mujeres llenas de encanto que aspiran a conseguir maridos locales y los consiguen, desde cualquier trabajo que desempeñen en El Ejido.
- Las gentes del África no mediterránea a veces resultan trabajadoras, pero con frecuencia prefieren pasar la mayor parte de su tiempo descansando.
En todo caso, independientemente de los estereotipos, todos los habitantes de El Ejido, incluso los inmigrantes ilegales, encuentran trabajo, aunque los marroquíes pueden encontrar dificultades superiores a la media.
Y ahora la gran paradoja:
Me dicen que existe un clamor entre los empresarios ante la falta de personal para las empresas, especialmente para los invernaderos.
Como no hay personal, en condiciones legales, para trabajar, la solución se encuentra en contratar personal en los países de origen. Se tarda cerca de un año en traer a este personal.
Muchos de los recién llegados, con sus papeles en regla, trabajan un tiempo y se marchan a otros lugares de España donde tienen ya a sus amigos, parientes o saben que existen nuevas oportunidades.
Otros, los más capaces, también con sus papeles en regla, pronto buscan y consiguen nuevos empleos en sectores alejados de la agricultura y salen de este sector, no siempre para ganar más dinero.
La realidad es que a los muy pocos meses solamente quedan trabajando para la empresa que los trajo a El Ejido unos pocos y casi nunca los mejores.
Dado que cada hectárea de cultivo requiere dos empleados y hay miles de hectáreas, los empresarios necesitan que alguien trabaje para no perder las cosechas.
La solución es, aunque muy mala, bastante sencilla: Se contratan ilegales a los que no es posible legalizar aunque el empresario quiera.
El inmigrante ilegal cobra un salario, vive, sufre, y se siente mal porque está ilegal. El empresario, aunque no duerme pensando en la conflictividad, en las inspecciones y en las multas que le pueden arruinar, tiene operarios para hacer el trabajo.
Como es lógico, cuando llega una nueva remesa de personal contratado en origen, el problema se atenúa, solo hay que entrenar a las personas y ponerlas a trabajar. Luego el ciclo tiene su continuidad.
Pienso que, si lo que he escuchado y aquí escribo, tiene partes de verdad sería una situación de locos que valdría la pena, al menos, estudiar..